En la red me he topado
con una linda cita de un Profesor llamado Byrd Gibbens, que muy libremente
traducida (o hasta un poquito maquillada) diría:
Muchas tradiciones de los
indígenas norteamericanos tenían payasos o tricksters como elemento esencial de
cualquier contacto con lo sagrado. Según esas tradiciones las personas no
podían orar hasta que no se hubieran reído, porque la risa abre a la gente y la
libera de la rigidez de los prejuicios. La gente necesitaba los trucos o
travesuras de estos personajes dentro de las más sagradas ceremonias, porque de
lo contrario podían olvidar que lo sagrado llega a través de los contratiempos,
de los trastornos, de la sorpresa. En la mayoría de las tradiciones de los
indígenas norteamericanos, el trickster o bromista es esencial a la creación, al nacimiento[i].
Ampliando un poquito el
cuento, si bien los tricksters o bromistas
divinos de los indígenas norteamericanos tienen ciertos rasgos en común con el
arquetipo literario del pícaro, o con
diversos personajes mitológicos a lo largo y ancho del mundo, una de sus
características distintivas es su apertura a las “multiplicidades y paradojas
de la vida”. Múltiples en sí mismos, a veces héroes, a veces villanos, a veces
listos, a veces tontos, estos bromistas suelen ser representados en las
leyendas como coyotes, cuervos, mapaches, conejos, seres humanos o híbridos,
que cambian de animal a persona o viceversa. Precisamente, en lo esencial son
transgresores, son personajes que cruzan fronteras o sobrepasan límites físicos
y sociales[ii].
Viene al caso la historia del Coyote y las Estrellas, con ilustración rupestre incluida:
El Coyote y las estrellas. Foto de Layne Miller. |
Cuenta la leyenda que Primera
Mujer había planeado escribir las leyes de manera tal que todos los seres
humanos pudieran verlas y convivir en paz. Para ello tomó las estrellas que
tenía en una manta ante sus pies, y lentamente empezó a plasmar las leyes colocando
las estrellas en la bóveda celeste. Pero Primera Mujer había sido observada por
Coyote, quien se ofreció a ayudarla. Por desgracia, él carecía de la
paciencia de Primera Mujer, así que impetuosamente sacudió la manta y lanzó
todas las demás estrellas al cielo, destruyendo para siempre los sueños de
armonía universal de Primera Mujer. Al arrojar las estrellas y dejar al cielo
en el más absoluto desorden, destrozó los cuidadosos patrones de Primera Mujer y dejó
a los seres humanos sumidos para siempre en la duda de cuáles podrían ser,
exactamente, las leyes[iii].
Moisés, por Joseph Turkalj, Campus de la Universidad de Notre Dame. |
Como
se puede ver, todo esto plantea un tremendo contraste con la seriedad, o más
bien severidad, con la que se reviste lo moral en las tradiciones
judeo-cristianas. Véase por ejemplo la foto de este Moisés erigido al lado de
la Biblioteca de la Universidad de Notre Dame. Incluso si ignoramos lo extraño
de su peinado, con unos rizos que más bien parecen cachos, es claro que ni anda
de buen humor, ni está planteando meras sugerencias. Aunque a decir verdad,
personalmente, yo no puedo pensar en Moisés sin recordar aquella escena fílmica en la que el Profeta, encarnado por Mel
Brooks (en "La loca historia del mundo", 1981), después de recibir de Dios tres pesadas láminas de piedra, anuncia al
pueblo elegido: “¡Escúchenme, oh, escúchenme! El Señor, el Señor Jehova les ha
dado estos Quince... —en eso se le cae una lámina y se vuelve añicos— ¡Uy!... que
diga, ¡Diez!, Diez Mandamientos para que todos los obedezcan”.
En
fin, a pesar
de que llevo muchos años leyendo sobre el desarrollo moral y la educación
moral, temas que en principio son bastante serios, simpatizo más con la leyenda
del Coyote y su impaciente despelote de estrellas, que con la regañona actitud
de Moisés. Pero no comparto del todo el pesimismo de la leyenda
nativo-norteamericana. En otras palabras, creo que en el fondo la idea misma de que
las ciencias humanas y la educación se aboquen al estudio de la moralidad, deja
ver que el Decálogo no basta para que la humanidad viva en paz y
armoniosamente; pero también implica que, sin necesidad de plantearse lo imposible —como un reordenamiento de las estrellas— es posible ir clarificando, aunque
sea muy lenta y trabajosamente, cuáles son las leyes que deberíamos
seguir. De allí el título de este blog, hermano menor de la revista Postconvencionales,
mediante el cual quiero compartir lecturas, reflexiones y traducciones, con
otros educadores o investigadores interesados en dilucidar cuáles son las teorías y las técnicas de la educación moral más apropiadas para las sociedades democráticas de nuestro tiempo.
[i] Citado en Wikipedia (2013). Trickster. http://en.wikipedia.org/wiki/Trickster
[ii] Hyde, Lewis (1998). Trickster Makes This World: Mischief, Myth, and Art. New York: Farrar, Straus and Giroux.
[iii] Archaelogy Plus ©(2008). The Coyote in Rock Art. http://www.angelfire.com/trek/archaeology/coyote.html
Qué interesante el post. Hace un tiempo estoy participando de un proyecto de artes escénicas donde se trabaja el tema del humor y esta información cae a pelo para compartirla. Muchas gracias. Susana
ResponderEliminarGracias Susana por tu amable comentario. Te prometo escribir pronto algo más sobre el tema.
EliminarLevy F.