sábado, 20 de julio de 2013

¿De verdad nacimos para ser egoístas? Lo que usted cree sobre la evolución podría estar errado [i]

por Darcia Narváez [ii]
Traducción de Rominia Araujo [iii]

     Los medios de comunicación han escogido y difundido como verdades algunas ideas, a menudo simplistas, de las investigaciones en materia de psicología evolucionista, y esto podría estar afectando nuestra moralidad y comportamiento.
     Antes de empezar a enumerarlas, es importante recordar algo sobre la prehistoria humana. Un hecho ampliamente documentado por la antropología es que la especie humana pasó el 99% de su existencia en pequeñas bandas de cazadores-recolectores (en adelante PBCR), cuyas características son bastante distintas a las de las sociedades modernas. Pero la psicología evolucionista parece haber olvidado esta línea de base.
     Entre los principales psicólogos evolucionistas, uno de los malentendidos más difundidos tiene que ver con el entorno social de las PBCR, porque los psicólogos evolucionistas tienden a trasladarnos sin más al pasado, ignorando cuán diferentes eran las personas y el entorno de los tiempos ancestrales en comparación a las personas y entornos actuales.
     Basándome en los registros antropológicos y otras informaciones sobre aquellas primeras sociedades (referencias más adelante), a continuación señalaré algunas de las características de esas sociedades que los teóricos de la psicología evolucionista suelen ignorar; y también explicaré por qué esto puede ser importante para nosotros.
     1. No había jerarquías; no había líderes.
     Los miembros de las PBCR eran fieramente igualitarios. Incluso Christopher Boehm (autor de Hierarchy in the Forest), concluye que el igualitarismo político, universal entre las PBCR, proviene de la antigüedad. Sin embargo, los psicólogos evolucionistas suelen asumir que la jerarquía y la dominación son elementos esenciales en la evolución de la naturaleza humana.
     En realidad, las jerarquías políticas (y la violencia) aparecieron con las sociedades que se dedicaban al cultivo o que se asentaban en una localidad (véase Fry, 2006, Human Potential for Peace), lo que representa sólo el 1% más reciente de la existencia humana.
     ¿Por qué es importante todo esto para nuestras vidas? Porque si pensamos que las jerarquías son parte de la una herencia humana, estaríamos más predispuestos a tolerar la desigualdad (si alguna vez se ha preguntado por qué está estresado, vea el libro de Wilkinson y Pickett, 2009, The Spirit Level [iv]). Nuestros ancestros no aceptaban la desigualdad en lo que se refiere a los recursos o al estatus.
     2. Había un profundo colectivismo e identidad grupal.
     Nadie quería estar solo. No obstante, la psicología evolucionista tiende a  asumir que los individuos vivían desvinculados y estaban motivados por la búsqueda de territorios y posesiones, tal como sucede hoy en día. Pero el individualismo actual es una variedad reciente y muy extraña, aberrante, de relación social.
     Por el contrario, en las PBCR, el placer no proviene de las posesiones o del estatus, sino del gozo que conllevan actividades sociales como jugar, bailar, cantar, bromear y reír. Ese es el tipo de actividades que nos mantienen (o mantienen a nuestras hormonas) en un “estado de ánimo moral”.
     ¿Qué importancia tiene todo esto para la vida? Cuando las personas dejan de enfocarse en el dinero y en las posesiones, lo más probable es que su bienestar aumente. Las personas altamente materialistas tienden a ser infelices (véase a Tim Kasser, The High Price of Materialism). La felicidad reside en participar en actividades y juegos sociales en donde la persona puede “olvidarse de sí misma”, en fluida sintonía con otros (véase a Brown y Vaughan, Play [v]).
     3. Los individuos, incluso los niños, gozaban de una gran autonomía.
     Los niños tenían la libertad de deambular y hacer lo que quisieran, al igual que los adultos. Los niños eran considerados seres libres, la reencarnación de parientes o de dioses, por lo que no debían ser coaccionados. En cambio, la psicología evolutiva asume que la estructura familiar de nuestros ancestros era igual a la de hoy en día, es decir, una familia nuclear, con una madre y un padre a cargo. De hecho, este tipo de estructura tiene sólo alrededor de cien años (véase a Stephanie Coontz, The Way We Never Were). 
     ¿Cuál es la importancia de esto? Los niños necesitan muchísimo cariño, así como cuidados cercanos pero no invasivos, y el mejor modo de brindárselos es mediante el apoyo de una familia extendida. También necesitan muchísima autonomía (véase el sitio web de Lenore Skenazy, Free-range Kids). La coacción mata al espíritu.
     4. Había cooperación y la paz era generalizada.
     No obstante, la psicología evolucionista da por sentado que había competitivad y violencia. ¿A quiénes se refieren? Los grupos eran permeables y fluidos. Los parientes vivían en grupos cercanos. La evidencia antropológica sugiere que la cooperación era la norma. 
     Sin embargo, la psicología evolucionista asume que había rivalidad en vez de cooperación entre los grupos; con todo, no existe evidencia de que hubiera grupos enfrentados entre las bandas de cazadores-recolectores (Fry, 2006, Human Potential for Peace). Al no haber posesiones —todo era colectivo— no había lugar para la competitividad (aunque aquí lo que nos concierne son las costumbres de crianza de los niños que hacían de ellos personas agradables y cooperadoras). La cultura norteamericana ha distanciado a los padres de muchas de estas costumbres, aunque los niños aún poseen la tendencia natural de ayudar a los otros (véase Michael Tomasello, 2009, Why we Cooperate).
     ¿Qué importancia tiene esto para la vida? Simplemente observe todas las maneras en las que usted coopera con los demás, sin imponer su punto de vista o reaccionar de forma agresiva cuando no se hace lo que usted quiere. Ahora bien, si resulta que usted no es cooperador ni pacífico, eso quiere decir que su cerebro se pone a la defensiva fácilmente, a causa de algún trauma o de un cuidado negligente durante períodos especialmente sensibles de su infancia. 
     La agresividad y la falta de cooperación no son inherentes a la naturaleza humana (excepto bajo amenaza, al igual que sucede con cualquier otro organismo). Por otra parte, las personas pueden cambiar. La psicoterapia puede contribuir a la reconstrucción de la personalidad (véase a Schwartz y Begley, The Mind and the Brain). Si usted es padre o madre, es importante que tenga en cuenta que la manera cómo críe a su hijo va a repercutir en su personalidad y en su sociabilidad.
     5. El compartir y la generosidad eran comunes.
     Era una moralidad natural. Para “amar al prójimo”, las pequeñas bandas de cazadores-recolectores no necesitaban ningún mandamiento, porque eso se logra naturalmente cuando uno es criado con bondad y compasión y con las necesidades plenamente satisfechas. Sin embargo, la psicología evolucionista asume que los seres humanos son egoístas por naturaleza.
     En palabras de Sahlins: “¿Es natural el egoísmo? Para la mayor parte de la humanidad, el egoísmo, tal como lo conocemos, es considerado antinatural en un sentido normativo; se le considera una manifestación de locura o de brujería, o como algo a corregir mediante el ostracismo, la ejecución, o como mínimo, mediante terapia. En lugar de entenderlo como la  expresión de alguna naturaleza humana pre-social, este tipo de avaricia es generalmente entendido como una pérdida de la humanidad” (Sahlins, The Western Illusion of Human Nature [vi], p. 51).
     La lucha por la supervivencia ante una amenaza es una característica de todas las formas de vida, por lo que calificar esa conducta como egoísta no nos dice nada. Sería equivalente a que decir que todo organismo crece.
     Entonces, ¿cómo fue que nos las arreglamos para generar todos esos comportamientos notoriamente egoístas que vemos en la sociedad estadounidense, entre personas de todas las edades y condiciones sociales? He estado escribiendo sobre esto  desde hace ya algún tiempo:  Esto tiene que ver con expectativas culturales que fomentan el egoísmo; con prácticas culturales que ponen a la gente “bajo amenaza” la mayor parte del tiempo; y con la crianza de los hijos (estresar a los niños al no satisfacer sus necesidades hace que el cerebro se centre en sí mismo, lo cual se va agravando progresivamente en las generaciones subsiguientes).
     ¿Por qué es importante esto para nuestra vida? Los genes no nos hacen “egoístas”. El egoísmo proviene de las formas cómo han sido criadas las personas, de las situaciones sociales que han atravesado, y de las narrativas culturales. Cambie de ambiente, de narrativas, y deje que su generosidad brote. Usted se convertirá en aquello en lo que se sumerja.



[i] Publicado originalmente como "What you think about evolution and human nature may be wrong. Were you really born to be selfish?”,  por Darcia Narvaez, , el 17 de Abril de 2011, en el blog Moral Landscapes, de la revista Psychology Today. Traducido con autorización.
[ii] La Doctora Darcia Narvaez es profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Notre Dame, EE UU.
[iii] Rominia Araujo es egresada de la Escuela de Idiomas Modernos de la Universidad Central de Venezuela.
[iv] Hay versión castellana: Wilkinson, R. y Pickett, K. (2009). Desigualdad: un análisis de la infelicidad colectiva. Madrid: Turner [NdT].
[v] Versión castellana: Brown y Vaughan (2010). ¡A jugar! La forma más efectiva de desarrollar el cerebro, enriquecer la imaginación y alegrar el alma. Barcelona: Urano [NdT].
[vi] Versión castellana: Sahlins, Marshall (2011). La ilusión occidental de la naturaleza humana. Con reflexiones sobre la larga historia de la jerarquía, la igualdad y la sublimación de la anarquía en Occidente, y notas comparativas sobre otras concepciones de la condición humana. México, Fondo de Cultura Económica [NdT].

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