por
Darcia Narváez [ii]
Traducción
de Rominia Araujo [iii]
Los medios de comunicación han escogido
y difundido como verdades algunas ideas, a menudo simplistas, de las
investigaciones en materia de psicología evolucionista, y esto podría estar
afectando nuestra moralidad y comportamiento.
Antes de empezar a enumerarlas,
es importante recordar algo sobre la prehistoria humana. Un hecho ampliamente
documentado por la antropología es que la especie humana pasó el 99% de su
existencia en pequeñas bandas de cazadores-recolectores (en adelante PBCR),
cuyas características son bastante distintas a las de las sociedades modernas.
Pero la psicología evolucionista parece haber olvidado esta línea de base.
Entre los principales
psicólogos evolucionistas, uno de los malentendidos más difundidos tiene que
ver con el entorno social de las PBCR, porque los psicólogos evolucionistas
tienden a trasladarnos sin más al pasado, ignorando cuán diferentes eran las
personas y el entorno de los tiempos ancestrales en comparación a las personas
y entornos actuales.
Basándome en los registros
antropológicos y otras informaciones sobre aquellas primeras sociedades
(referencias más adelante), a continuación señalaré algunas de las
características de esas sociedades que los teóricos de la psicología
evolucionista suelen ignorar; y también explicaré por qué esto puede ser importante
para nosotros.
1. No había jerarquías; no había líderes.
Los miembros de las PBCR eran
fieramente igualitarios. Incluso Christopher Boehm (autor de Hierarchy
in the Forest), concluye que el igualitarismo político, universal entre las
PBCR, proviene de la antigüedad. Sin embargo, los psicólogos evolucionistas
suelen asumir que la jerarquía y la dominación son elementos esenciales en la
evolución de la naturaleza humana.
En realidad, las jerarquías
políticas (y la violencia) aparecieron con las sociedades que se dedicaban al
cultivo o que se asentaban en una localidad (véase Fry, 2006, Human
Potential for Peace), lo que representa sólo el 1% más reciente de la
existencia humana.
¿Por qué es importante todo
esto para nuestras vidas? Porque si pensamos que las jerarquías son parte de la
una herencia humana, estaríamos más predispuestos a tolerar la desigualdad (si
alguna vez se ha preguntado por qué está estresado, vea el libro de Wilkinson y
Pickett, 2009, The Spirit Level [iv]). Nuestros ancestros no aceptaban la
desigualdad en lo que se refiere a los recursos o al estatus.
2. Había un profundo colectivismo e identidad grupal.
Nadie quería estar solo. No
obstante, la psicología evolucionista tiende a asumir que los individuos
vivían desvinculados y estaban motivados por la búsqueda de territorios y
posesiones, tal como sucede hoy en día. Pero el individualismo actual es una
variedad reciente y muy extraña, aberrante, de relación social.
Por el contrario, en las PBCR,
el placer no proviene de las posesiones o del estatus, sino del gozo que
conllevan actividades sociales como jugar, bailar, cantar, bromear y reír. Ese
es el tipo de actividades que nos mantienen (o mantienen a nuestras hormonas)
en un “estado de ánimo moral”.
¿Qué importancia tiene todo
esto para la vida? Cuando las personas dejan de enfocarse en el dinero y en las
posesiones, lo más probable es que su bienestar aumente. Las personas altamente
materialistas tienden a ser infelices (véase a Tim Kasser, The High
Price of Materialism). La felicidad reside en participar en actividades y
juegos sociales en donde la persona puede “olvidarse de sí misma”, en fluida
sintonía con otros (véase a Brown y Vaughan, Play [v]).
3. Los individuos, incluso los niños, gozaban de una gran autonomía.
Los niños tenían la libertad de
deambular y hacer lo que quisieran, al igual que los adultos. Los niños eran
considerados seres libres, la reencarnación de parientes o de dioses, por lo
que no debían ser coaccionados. En cambio, la psicología evolutiva asume que la
estructura familiar de nuestros ancestros era igual a la de hoy en día, es
decir, una familia nuclear, con una madre y un padre a cargo. De hecho, este
tipo de estructura tiene sólo alrededor de cien años (véase a Stephanie
Coontz, The Way We Never Were).
¿Cuál es la importancia de
esto? Los niños necesitan muchísimo cariño, así como cuidados cercanos pero no
invasivos, y el mejor modo de brindárselos es mediante el apoyo de una familia
extendida. También necesitan muchísima autonomía (véase el sitio web de Lenore
Skenazy, Free-range Kids). La coacción mata al espíritu.
4. Había cooperación y la paz era generalizada.
No obstante, la psicología
evolucionista da por sentado que había competitivad y violencia. ¿A quiénes se
refieren? Los grupos eran permeables y fluidos. Los parientes vivían en grupos
cercanos. La evidencia antropológica sugiere que la cooperación era la
norma.
Sin embargo, la psicología
evolucionista asume que había rivalidad en vez de cooperación entre los grupos;
con todo, no existe evidencia de que hubiera grupos enfrentados entre las
bandas de cazadores-recolectores (Fry, 2006, Human Potential for Peace).
Al no haber posesiones —todo era colectivo— no había lugar para la
competitividad (aunque aquí lo que nos concierne son las costumbres de crianza
de los niños que hacían de ellos personas agradables y cooperadoras). La
cultura norteamericana ha distanciado a los padres de muchas de estas
costumbres, aunque los niños aún poseen la tendencia natural de ayudar a los
otros (véase Michael Tomasello, 2009, Why we Cooperate).
¿Qué importancia tiene esto
para la vida? Simplemente observe todas las maneras en las que usted coopera
con los demás, sin imponer su punto de vista o reaccionar de forma agresiva
cuando no se hace lo que usted quiere. Ahora bien, si resulta que usted no es
cooperador ni pacífico, eso quiere decir que su cerebro se pone a la defensiva
fácilmente, a causa de algún trauma o de un cuidado negligente durante períodos
especialmente sensibles de su infancia.
La agresividad y la falta de
cooperación no son inherentes a la naturaleza humana (excepto bajo amenaza, al
igual que sucede con cualquier otro organismo). Por otra parte, las personas
pueden cambiar. La psicoterapia puede contribuir a la reconstrucción de la
personalidad (véase a Schwartz y Begley, The Mind and the Brain).
Si usted es padre o madre, es importante que tenga en cuenta que la manera cómo
críe a su hijo va a repercutir en su personalidad y en su sociabilidad.
5. El compartir y la generosidad eran comunes.
Era una moralidad natural. Para
“amar al prójimo”, las pequeñas bandas de cazadores-recolectores no necesitaban
ningún mandamiento, porque eso se logra naturalmente cuando uno es criado con bondad
y compasión y con las necesidades plenamente satisfechas. Sin embargo, la
psicología evolucionista asume que los seres humanos son egoístas por
naturaleza.
En palabras de Sahlins: “¿Es
natural el egoísmo? Para la mayor parte de la humanidad, el egoísmo, tal como
lo conocemos, es considerado antinatural en un sentido normativo; se le
considera una manifestación de locura o de brujería, o como algo a corregir
mediante el ostracismo, la ejecución, o como mínimo, mediante terapia. En lugar
de entenderlo como la expresión de alguna naturaleza humana pre-social,
este tipo de avaricia es generalmente entendido como una pérdida de la
humanidad” (Sahlins, The Western Illusion of Human Nature [vi],
p. 51).
La lucha por la supervivencia ante
una amenaza es una característica de todas las formas de vida, por lo que
calificar esa conducta como egoísta no nos dice nada. Sería equivalente a que
decir que todo organismo crece.
Entonces, ¿cómo fue que nos las
arreglamos para generar todos esos comportamientos notoriamente egoístas que
vemos en la sociedad estadounidense, entre personas de todas las edades y
condiciones sociales? He estado escribiendo sobre esto desde hace ya
algún tiempo: Esto tiene que ver con expectativas culturales que fomentan
el egoísmo; con prácticas culturales que ponen a la gente “bajo amenaza” la
mayor parte del tiempo; y con la crianza de los hijos (estresar a los niños al
no satisfacer sus necesidades hace que el cerebro se centre en sí mismo, lo
cual se va agravando progresivamente en las generaciones subsiguientes).
¿Por qué es importante
esto para nuestra vida? Los genes no nos hacen “egoístas”. El egoísmo proviene
de las formas cómo han sido criadas las personas, de las situaciones sociales
que han atravesado, y de las narrativas culturales. Cambie de ambiente, de
narrativas, y deje que su generosidad brote. Usted se convertirá en aquello en
lo que se sumerja.
[i] Publicado originalmente como "What
you think about evolution and human nature may be wrong. Were
you really born to be selfish?”, por Darcia
Narvaez, , el 17 de Abril de 2011, en el blog Moral Landscapes, de la revista
Psychology Today. Traducido con autorización.
[ii] La
Doctora Darcia Narvaez es profesora del Departamento de Psicología de la Universidad
de Notre Dame, EE UU.
[iii] Rominia
Araujo es egresada de la Escuela de Idiomas Modernos de la Universidad Central
de Venezuela.
[iv] Hay
versión castellana: Wilkinson, R. y Pickett, K. (2009). Desigualdad: un
análisis de la infelicidad colectiva.
Madrid: Turner [NdT].
[v] Versión
castellana: Brown y Vaughan (2010). ¡A jugar! La forma más efectiva de
desarrollar el cerebro, enriquecer la imaginación y alegrar el alma.
Barcelona: Urano [NdT].
[vi] Versión castellana: Sahlins, Marshall
(2011). La ilusión occidental de la naturaleza humana. Con
reflexiones sobre la larga historia de la jerarquía, la igualdad y la
sublimación de la anarquía en Occidente, y notas comparativas sobre otras
concepciones de la condición humana. México, Fondo de Cultura Económica [NdT].
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