¿Dónde
reside el “poder moral” en la Venezuela de hoy? ―si es que tal cosa existe―. Como se sabe, la Constitución vigente
contiene una invención burocrática llamada “Poder moral o ciudadano”. Entonces,
teóricamente, o más bien deberíamos decir “sarcásticamente”, el poder moral
reside en el sepulcro de un funcionario fallecido hace más de dos años (el
Contralor General de la República, a quien no se le ha buscado reemplazo), y en
los despachos de dos funcionarias notoriamente sumisas ante los caprichos del
Poder Ejecutivo (la Fiscal General y la “Defensora” del Pueblo). Pero en la
práctica es claro que no hay allí, ni en el resto del régimen chavista, poder
moral alguno ni nada que se le parezca. Porque la fórmula del verdadero poder
moral combina la justicia y la compasión en partes iguales, y aquí tanto lo uno
como lo otro han sido sustituidos por tanquetas y “gas del bueno” (brasileño,
por cierto). Hace unos 20 años, seguramente, algunos de los jerarcas
rojo-rojitos gozaron de cierto ímpetu moral, cuando se oponían a las
injusticias de la época. Pero ahora, cuando en vez de corregirlas se han
dedicado a modernizarlas y profundizarlas, con balazos humanistas, mentiras e
infamias de todo calibre, guisos patrióticos, y sedientos de sangre “colectivos
de paz”, lo que les puede quedar son si acaso unos pocos remordimientos, minimizados
por toda la riqueza, arrogancia y crueldad que han acumulado.
Génesis Carmona, joven carabobeña víctima del socialismo humanista del Siglo XXI |
Entre tantas indignaciones recientes,
reverberan todavía en mi mente las palabras del actual Ministro del Interior a
raíz del reciente asesinato de dos venerables religiosos salesianos. Dijo el
alto funcionario: “Lamentamos esa muerte,
y esperamos que la iglesia, y quienes la siguen, no hagan de la muerte un
festín” [1]. Personalmente, creo que incluso un
agnóstico como yo debería reconocer la ascendencia moral que le otorga a los
salesianos, el hecho de haberles proporcionado educación técnica de primera
calidad a generaciones enteras de humildes jóvenes venezolanos. Pero a los ojos
del señor Ministro, la catadura moral de esa congregación o de la Iglesia toda
es tal, que el hecho de ver apuñalados a dos de los suyos previsiblemente les
llevaría a organizar alguna clase de desenfreno bailable. Sinceramente no tengo
la menor idea de a qué clase de bonches o fiestas “rave” acostumbra asistir el
Ministro Rodríguez Torres, como para haber dado semejante declaración, pero dada
esa actitud ante la institución que tradicionalmente era reconocida como la
guía espiritual de la mayoría de los venezolanos, resulta claro que no contamos
ya con ninguna tribuna moral ampliamente compartida, que pudiese ayudarnos a
encontrarle solución a la terrible crisis política en que hemos estado
sumergidos por tanto tiempo.
En todo
caso, lo cierto es que no hay papel sellado o leguleyería alguna capaz de
congelar, manipular o acallar al poder moral. Porque una de las características
definitorias de la moral, como lo explica el filósofo Vittorio Hösle, es su prerrogativa
o derecho a evaluar cualquier otra clase de acción (u omisión) humana [2].
Por eso, el verdadero poder moral es una forma de energía, dependiente del
sentido que le demos a la vida, de naturaleza libérrima o absolutamente
indómita, incluso en ese tipo de situaciones en las que la persona pueda estar
físicamente sometida ―prisionera, maniatada, o con un arma apuntándole a la
cabeza―. Es como si estuviera compuesto de gotas de agua, que brotando de las
conciencias individuales, tienden a unirse, formando arroyos, torrentes y mares.
Por eso es que
las cadenas televisivas presidenciales, o en general los medios y programas del
oficialismo, son tan patéticos y en definitiva ineficaces. Porque operan como
si se pudiera decretar que el mar no haga olas, o como si un río pudiera
marchar de abajo hacia arriba, mediante amenazas. Igualmente, es por eso que
hoy por hoy el poder moral se oye más claro en las voces de los jóvenes y
circula preferentemente a través de las nuevas redes sociales. Sin respetar
jurisdicciones de ningún tipo, que en realidad no vienen al caso, porque en
materia del bien y del mal no hay soberanías que valgan. Menos aún con los
periódicos y televisoras o radios independientes arrinconadas o saqueadas.
Por eso no
sólo es válido, sino también beneficioso, que Rihanna, Rubén Blades o Madonna, entre
tantos más, nos evalúen a unos y a otros; y por eso es justo también, mientras
no se incurra en amenazas o insultos, que se increpe a Dudamel y a Abreu a que aclaren si efectivamente creen que “así es que se gobierna”.
Pues teniendo un oído tan sublime como el de ellos, es incomprensible que jamás
hayan escuchado ni un solo cacerolazo, o ni una sola detonación que les
conmueva; o que por estar tan enfrascados en su arte, no se hayan enterado de
que la paz del país pende de un delgado hilo, no precisamente musical.
Por
supuesto, mucho mejor sería habernos puesto de acuerdo hace tiempo para
conformar una Comisión de la Verdad, o que la OEA hubiese realmente cumplido su
papel, o que se conforme el Comité de ex-presidentes latinoamericanos que
Leopoldo López ha planteado. Pero a falta de genuinos árbitros y estadistas, buenos
son los pronunciamientos de las celebridades, y los debates entre sus
admiradores o detractores. Dicho de otro modo, creo que en la medida en que
alguien es seguido en el plano virtual, por las razones que sean, en esa misma
medida se genera una responsabilidad, así como el derecho de los participantes
en las redes a conocer, compartir, rebatir o reprochar los juicios de valor de
sus personalidades favoritas, ya sean peloteros, líderes políticos, cantantes o
artistas de cualquier tipo, sin olvidar a los actores y actrices porno, y aunque
sea en apenas 140 caracteres.
Sitio donde cayó el joven caraqueño Bassil Da Costa. |
En fin, por
si acaso, aclaro que al reflexionar sobre el verdadero poder moral no pretendo
ser ninguna clase de gurú ni mucho menos. Lo que escribo se basa simplemente en
lo que he leído. Y lo que he leído subraya, en muchas formas, que el
nacimiento, transmisión y mengua del verdadero poder moral tiene mucho de impredecible
y paradójico. De hecho, de nuevo como el agua, es al mismo tiempo supremamente
débil y supremamente fuerte. Porque el poder moral no te protege, en lo más
mínimo, de las balas blindadas, de los perdigones apuntados a los ojos, de las
torturas con electricidad, o de que te violen con el cañón de un fusil. Y sin
embargo, aún cuando de un disparo a mansalva los “próceres” del chavismo logren
que tu poder moral deje de latir, éste puede reencarnar en otros, y a través de
ellos perseguir a los agresores, y a sus jefes o financistas, por el resto de
sus días ―tal vez hasta más allá―. En ese sentido, pasa con las canciones de
Rubén Blades lo mismo que con las enseñanzas de la moral, de la religión o del
humanismo: que de poco vale repetirlas hasta memorizarlas, si para empezar no
las entiendes.
[1] Notitarde.com (2014, febrero 16).
Capturan a uno de los implicados en el homicidio de los religiosos en Valencia,
aseguró el Ministro Miguel Rodríguez Torres. http://www.notitarde.com/Pais/Rodriguez-Torres-sobre-asesinato-de-religiosos-hay-extranas-circunstancias/2014/02/16/305053
[2] Hösle, Vittorio (2004). Morals and Politics. Notre Dame:
University of Notre Dame Press, p. 78.
Muy bien Levy, lo haré extensivo entre mis alumnos.
ResponderEliminarUn saludo, como siempre
Rosalba
muy buen reportaje, saludos...
ResponderEliminarSin desperdicio...buenas razones para reflexionar y actuar...
ResponderEliminarUn abrazo,
Guadalupe
se nota que tu odio no tiene limites ...
ResponderEliminarTal vez, pero tu capacidad argumentativa sí que los tiene, y bien cortitos (De paso, "límites" lleva acento. De nada, siempre a la orden).
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