
Por supuesto, comparada con la quiebra de nuestra moneda, la quiebra del
lenguaje nos tiende a parecer secundaria o hasta trivial, pero hay muchas razones
para pensar que la adulteración de las palabras es tanto o más perniciosa que
la desaforada impresión de papel moneda inorgánico o de mentiritas. De hecho,
son varios los afamados pensadores que han concluido que la aparición del
fascismo y del nazismo en Europa pudo preverse si se hubiera prestado más
atención a los abusos del lenguaje. En cierto modo, dice Alex Grijelmo
resumiendo la perspectiva de esos autores, fueron las palabras adulteradas por
el totalitarismo las que escoltaron a los tanques de la Segunda Guerra Mundial:
“Las palabras manipuladas, en efecto, van por delante de las injusticias para
abrirles el camino”[3].
Por eso, aunque a primera vista parezca frívolo ocuparse del vocabulario
en medio de tantas muertes y violaciones de los derechos humanos, es importante
reconocer, como lo advirtió hace tiempo Rafael Cadenas, que la pobreza del habla
refleja la pobreza del pensamiento, y que la confluencia de ambas pobrezas
tiene consecuencias incalculables[4].
O si se prefiere, como escribió hace unos días Marcelino Bisbal, es importante
estar conscientes de que si bien los hechos pesan mucho, las palabras con las
que nombramos e interpretamos a los hechos pesan todavía más. A lo cual agregó:
“No ha habido discurso, transmisión en
cadena de radio y televisión, declaraciones sueltas por aquí y por allá con
motivo de cualquier cosa, donde el lenguaje no haya sido prostituido, donde las
palabras no hayan sido convertidas en piedras lanzadas contra alguien o contra
las 7.270.403 personas que pensamos distinto”[5].
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María Corina Machado, frente al Comando de la Guardia Nacional al culminar la Marcha de las Mujeres por la Paz |
En ese orden de ideas, procurando aportar mi granito de arena a la
ortopedia e higiene del lenguaje de los venezolanos, quisiera reclamarle al
chavismo el desplazamiento de la expresión “Primera Dama”, por la de “Primera
Combatiente”. Pues para empezar, si el chavismo es tan pacífico como dice ser,
no se entiende que la consorte de quien ocupa la Presidencia se ufane ante todo
de su belicosidad. Por otra parte, si lo que se pretende es que los venezolanos
asumamos la confrontación como nuestro valor supremo, entonces todos tenemos el
mismo derecho a hacerlo y el gobierno debe dejar de quejarse de los
“violentos”, porque la Constitución no dice en ninguna parte que los
venezolanos se deban dividir en combatientes versus pendejos, o en guerrilleros
versus monigotes para tiro al blanco. Y si en definitiva vamos a tomar como modelo
de conducta a la más valiente de nuestras mujeres, entonces no me parece que
Cilia Flores, protegida como está por múltiples anillos de seguridad,
incluyendo los cubanos, reúna puntos para superar ni siquiera el primer casting del novedoso certamen mediante
el cual habríamos de elegir (preferiblemente sin la “ayuda” de Tibisay Lucena) a
la mujer más combativa de Venezuela. Al
fin y al cabo, sus mayores victorias, hasta donde tengo entendido, consistieron
en “enchufar” a más de 30 parientes suyos en la Asamblea Nacional, y luego a un
sobrino como Tesorero de la Nación[6].
Todo un récord de nepotismo que no sólo mereció la condena de la oposición,
sino también la de cierto sector del propio chavismo[7]
―vale la pena acotar―.
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Damas de blanco venezolanas disputándole la Plaza Altamira a los militares |
María Corina Machado, sin duda, sería una candidata mucho más fuerte al
mencionado título. Bien sea por aquella ocasión en que le explicó a Hugo
Chávez, en su cara, que lo que él entendía por expropiar equivale a robar, o
por las tantas veces en que ha tenido que enfrentar toda clase de cobardes
ataques contra su integridad física y moral. Pero es igualmente indudable que el
número de las posibles candidatas es grande y la competencia sería harto
reñida. Sin pretender que las voy a mencionar a todas, o en su debido orden, me
imagino que entre las favoritas también figurarían Gaby Arellano, Lilian
Tintori, Marvinia Jiménez, Rocío San Miguel, Rayma, Ligia Bolívar, Liliana
Ortega y una larga lista de corajudas periodistas, como Altagracia Anzola, Jenny
Oropeza o Mildred Manrique, así como una lista considerablemente más larga de
madres, de abuelas y de jovencísimas manifestantes que, aun cuando no hayan recibido
tanta atención por parte de las redes, han estado derrochando valor e
integridad a raudales.
Naturalmente, no se debe descartar que entre las candidatas con chance también
pudiesen quedar algunas partidarias del oficialismo, pero para serles franco, como
nunca veo a VTV, TVEs y afines, no se me ocurre a quién mencionar. Además, como
en sus contramarchas no solo cuentan con comidas y bebidas espirituosas, sino
también con escoltas y control de asistencia, parece claro que lo que se
merecen serían más bien discretos diplomitas por “aseo”, “obediencia” o “disciplina”.
Por otra parte, supongo que en algún universo paralelo, la Defensora del
Pueblo, la Fiscal General y las magistradas del Tribunal Supremo arrancarían
con ventaja, en razón de sus atribuciones, pero en nuestro caso tan peculiar, aunque
las categorías suenen muy parecido, no se debe confundir a las más combatientes
con las más complacientes.
En fin, así como en España, según Grijelmo, el franquismo “dejó
inservibles muchos vocablos [incluyendo a la “patria”] que en el resto del
mundo hispano siguen su camino sin problemas”[8],
el chavismo, no conforme con arruinar fincas, fábricas, clínicas y hospitales, y
dentro de poco también centros comerciales, arruinó además infinidad de
palabras, como “bolivariano”, “colectivo”, “militar”, “mesas de diálogo”, “comisión
de la verdad”, y hasta “paz” y “felicidad”. Ojalá, dentro de la necesaria
reconstrucción de Venezuela que espero comience más pronto que tarde, nadie
olvide incluir los tornillos verbales y los sacos de cemento lingüístico indispensables
para recuperar las virtudes del país que en otros tiempos solíamos adjetivar y
sentir como el más “chévere” del mundo.
[1] Avendaño, E., y Lugo, A. (2014, 21
de marzo). “¿Quiénes son los que quieren tumbar al gobierno?”. El Nacional, p. 4.
[2] Molina, T., y Hernández, J. (2014,
21 de marzo). Me dio tan duro que me dejó marcada la suela de su zapato. El Universal, disponible en http://www.eluniversal.com/caracas/140321/me-dio-tan-duro-que-me-dejo-marcada-la-suela-de-su-zapato
[3] Grijelmo,
A. (2000). La seducción de las palabras. Madrid: Santillana, p. 124.
[4] Cadenas, R. (1984). En torno al lenguaje. Caracas: Universidad
Central de Venezuela.
[5] Bisbal, M. (2014, 14 de marzo). El Nacional, disponible en http://www.el-nacional.com/marcelino_bisbal/quiebra-palabras_0_371962964.html
[6] Vinogradoff,
L. (2013, 2 de diciembre). Una primera dama de armas tomar. El bochinche venezolano [Blog].
Disponible en http://abcblogs.abc.es/bochinche-venezolano/2013/12/02/una-primera-dama-de-armas-tomar/
[7] Ayala Altuve, D. (2011, 2 de
septiembre). Clan Flores fuera de la AN. TalCualDigital.com.
Disponible en http://www.talcualdigital.com/nota/visor.aspx?id=57908&tipo=AVA
[8] Grijelmo,
Ibid., p. 198.